El Diablo lleva el número 15. Si lo reducimos a un dígito, obtenemos el número 6 (Los Enamorados), la carta de la indecisión, de las dudas, de las ataduras que es necesario romper para seguir lo que dicta el corazón.
Otro buen dato previo acerca de esta carta es que en el Tarot egipcio, este Arcano número 15 lleva el nombre de La Pasión.
Este personaje es un ser verdaderamente extraño, aunque a medida que vamos reconociendo sus formas, características y actitudes podremos notar que muchas de ellas nos son familiares en ciertos aspectos. Hay que tener en cuenta que El Diablo confunde pues él es confuso en sí mismo.
Empezaré por una que puede resultar de lo más más obvio. El Diablo es hermafrodita. Tiene órganos genitales masculinos y senos femeninos. Esto puede indicar que tiene la fuerza y el empuje del hombre y la sutileza e intuición de la mujer para poder introducirse en el inconciente de la persona a la que quiere tener bajo su dominio. Hasta tiene una expresión que puede resultar simpática. Es la manera muchas veces sutil y ambigua con la que trabaja. Se dice que la mayor habilidad del Diablo es hacernos creer que no existe.
Tiene alas, aunque sean de murciélago, y por lo tanto es un ser "celestial" pero nocturno, que se mueve en la oscuridad. Después de todo Satán fue un ángel expulsado del cielo. Un ángel caído, como suele decirse. Traído al día de hoy, puede decirse que El Diablo es un aspecto del subconciente. Un arquetipo...
También vemos que El Diablo está ubicado por encima y por detrás de los otros dos personajes de la carta. Esto confirma la idea de que el ámbito en que se mueve es por detrás, en el inconciente. No lo vemos, pero allí está dirigiendo nuestras vidas a su gusto.
En la antigüedad se representaba a este personaje con formas netamente animales, bestiales y terroríficas. Esta carta refleja la evolución que fue teniendo a través de los siglos. Así vemos que, a pesar de que persisten ciertos rasgos animales (como los cuernos y las garras), es mayormente humano. Esto indica que todo lo que puede haber de malo habita en nosotros mismos y, como decía antes, se ubica más precisamente en la parte inconciente, lo que hace que la sutileza de su accionar sea más efectivo y más profundo, tan sutil que cuando nos damos cuenta de que alguna actitud "diabólica" nos está dominando, ya es tarde... y debemos trabajar para liberarnos de su dominio.
El Diablo del Tarot tiene una actitud burlona. Por un lado hace una imitación del gesto de Jesús, con su mano derecha señalando hacia el cielo y con la otra hacia la tierra. Aunque en esta última sostiene una espada, burlándose también de La Justicia, pues la sostiene descuidadamente, sin darle importancia. Hay que recordar que la espada de La Justicia es la que nos permite discernir entre una cosa y la otra, entre lo bueno y lo malo, entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo justo y lo injusto, por ejemplo.
Por último están los dos personajes que permanecen a los pies del Diablo. Ellos tienen casi más características animales que humanas. Orejas y cola de burro, cuernos y patas con garras. Su conciencia está absolutamente limitada, tanto que hasta las propias expresiones de sus rostros aparentan conformismo y un estado de semi conciencia. Llevan las manos a la espalda, por lo que no podemos saber si también tienen garras (es de suponer que sí) o si las tienen atadas. Sea como fuere, no las tienen libres para hacer lo que quieran hacer. Sólo las moverán si se les indica que lo hagan, mientras tanto permanecerán en esa actitud en una inercia enfermiza.Para completar la idea de sumisión absoluta a su dominador, ambos permanecen atados a la base sobre la que está parado El Diablo. No tienen la más mínima libertad y de esta situación sólo podrán salir por una toma de conciencia profunda o por medio de una sacudida catastrófica y dolorosa, como nos indica la carta que sigue a la del Diablo, La Torre...
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