[15] EL DIABLO (Según Carl Jung)

ASPECTOS ARQUETÍPICOS

El pecado de Satán fue el orgullo y la arrogancia. Tenía una naturaleza despótica, demasiada ambición y un exagerado sentido de su propia valía. Sin embargo tenía una considerable influencia.
El Diablo confunde, pues él mismo es confuso.

Usa maneras femeninas de inocencia e ingenuidad para introducirse en nuestro "Paraíso" para trabajar mediante esa misma inocente ingenuidad en nosotros (como sucedió con Eva)

Las dos criaturas de la carta no parecen darse cuenta de sus partes animales ni que están atadas a la plataforma sobre la cual está en pie El Diablo.

Metafóricamente hablando, El Diablo chupa nuestra sangre, minando nuestra sustancia. Los efectos de su mordedura son contagiosos, llegando a infectar comunidades enteras e incluso,países. Así El Diablo puede volar hacia un grupo y enredarse en sus cabezas causando un pánico irracional, organizando un desbarajuste entre los pensamientos lógicos y consiguiendo finalmente producir la histeria colectiva.

Paradójicamente, a medida que la vida consciente del hombre se vuelve más "civilizada", su naturaleza pagana se declara en guerra haciéndose cada vez más salvaje.

JUNG: "Las fuerzas instintivas condenadas en el hombre civilizado son mucho más destructivas y por lo tanto más peligrosas que los instintos del hombre primitivo".

Por un lado El Diablo nos tienta a la desobediencia. Por otro lado si no fuera por esta inducción a la acción y al conocimiento seríamos todavía como niños presos en el jardín idílico y seguro, pero limitado, del Paraíso. Sin la encrucijada demoníaca entre el bien y el mal, no tendríamos consciencia del Ego, no habría civilización ni existiría la posibilidad de trascender el Ego a través de la autorrealización.

Pasará algún tiempo antes de que los esclavos asuman la responsabilidad de sus actos. Tiene que ocurrir un verdadero cataclismo (como La Torre) para que un rayo de luz interrumpa su autocomplacencia.

El Diablo trabaja a espaldas (inconsciente) de sus ayudantes, mientras que El Papa lo hacía de frente (consciente).

El Diablo hace uso del poder inconsciente y egocéntrico.
Parece burlarse de todo lo que la espada de La Justicia simbolizaba.
El Diablo tiene como astucia principal convencernos de que no existe.

Nuestra propia emotividad, violencia, vengatividad, fanatismo y confusión (que no reconocemos como propias) aparecen de modo repentino y a gran escala como problemas, conflagraciones y escaramuzas destructivas. Cuando unos aspectos negativos de nosotros mismos no se reconocen como pertenecientes a nuestro interior, aparecen para actuar en contra de nosotros desde el exterior.

El Diablo actúa sólo con el permiso tácito de Dios pues Dios ha creado al Diablo como parte de su esquema divino. Para ser atrapados en sus redes hemos de dar, por lo menos, un inocente paso al frente.
El Diablo (al igual que El Mago) encarna las dos cualidades a la vez: la atractiva y la desagradable.

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